Boca Juniors vivía un gran momento. Venía de consagrarse campeón de la Copa Libertadores 2001 tras vencer al Cruz Azul por penales en La Bombonera. Apenas un año antes, había tocado el cielo al ganarle al Real Madrid en la final de la Copa Intercontinental 2000 en Tokio. Todo indicaba que el equipo de Carlos Bianchi estaba listo para dominar el mundo.
Y la FIFA también lo creía. Para ese año, había organizado una ambiciosa edición del Mundial de Clubes con 12 equipos, múltiples sedes en España y una final programada para el 12 de agosto en el Santiago Bernabéu. Boca integraría el Grupo A junto al Deportivo La Coruña, el Zamalek de Egipto y el SC Coast Wolves de Australia. Todo estaba listo para ver al campeón de América medirse con lo mejor de cada continente.
Del otro lado, el Real Madrid, campeón de la Champions 1999/2000, lideraría el Grupo C junto al LA Galaxy y otros invitados. El recuerdo fresco de la caída ante Boca en Japón sumaba condimento a un torneo que prometía revancha, épica y espectáculo. Para los hinchas xeneizes, era una nueva posibilidad de verse cara a cara con los gigantes europeos… pero nada de eso ocurrió.
La burbuja financiera global y la caída de ISL, empresa organizadora, obligaron a la FIFA a cancelar el torneo. No hubo transmisión, ni sponsors, ni ingresos. El certamen fue suspendido —primero temporalmente, luego de manera definitiva— y Boca se quedó sin jugar un Mundial que pintaba ideal para seguir haciendo historia.
¿Por qué no se jugó el Mundial de Clubes 2001?
El proyecto colapsó por causas económicas. La empresa ISL, encargada de organizar y financiar el torneo, quebró en mayo de ese mismo año. A eso se sumó la falta de interés de las televisoras por adquirir los derechos, producto del estallido de la burbuja .com y el desplome de los sistemas de pago por visión. La FIFA, sin fondos ni respaldo mediático, canceló el torneo. Se indemnizó a los clubes y se prometió una reprogramación que nunca llegó. Boca, como el resto de los clasificados, se quedó con las ganas.
