Ayer, Marcelo Gallardo dirigió su primer partido desde su esperado regreso al banco de River Plate. En un Monumental colmado, el equipo empató 1-1 ante Huracán en un encuentro donde se sintieron los primeros trazos del nuevo ciclo del “Muñeco”.

Tras el partido, el entrenador fue consultado sobre los jóvenes que actualmente forman parte del plantel de primera y cómo planea trabajar con ellos en esta nueva etapa. El técnico, conocido por su capacidad de desarrollar talentos, fue claro y reflexivo en sus palabras.

“Queremos que jueguen sin sentir que tienen que cargar con un peso enorme en sus espaldas. Para eso estamos nosotros, para acompañarlos”, afirmó el técnico, subrayando la importancia de proteger a los juveniles de las presiones externas.

También destacó su rol multifacético dentro del vestuario: “Cuando me toca ser entrenador, soy entrenador. Cuando me toca ser confidente, soy confidente. Cuando me toca ser amigo, soy amigo. Después los exijo, pero para mí son seres humanos”. Con estas palabras dejó en claro que, más allá del rigor profesional, hay una dimensión humana que no está dispuesto a descuidar.

El “Muñeco” tiene un desafío por delante que va más allá de lo futbolístico: deberá guiar a la nueva generación de futbolistas del club, procurando que su transición al primer equipo sea lo más fluida posible, manteniendo siempre la esencia formadora que lo caracteriza.